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Argentina exporta maní a más de 100 países y se destaca por su innovación en fertilización, aplicando tecnologías como las nanopartículas para un cultivo más eficiente y sustentable

Argentina se consolida como uno de los principales exportadores mundiales de maní, a pesar de no liderar la producción global. El 95% de su producción se destina a mercados internacionales, llegando a más de 100 países y generando ingresos superiores a los 1.000 millones de dólares anuales. Este cultivo representa uno de los pocos mercados internacionales donde el país actúa como formador de precios.

De acuerdo con estadísticas de la Cámara Argentina de Maní, durante la campaña 2023/24 se cosecharon 416.000 hectáreas, logrando una producción total de 1.604.722 toneladas métricas, lo que significa un incremento del 70% en comparación con las 940.426 toneladas obtenidas en la campaña anterior.

Para la próxima temporada, se proyecta un aumento del 10% en la superficie cultivada, alcanzando aproximadamente 469.772 hectáreas, según estimaciones de la misma cámara. Este crecimiento responde, en parte, a factores de mercado: mientras que los precios de la soja y el maíz han caído, el precio del maní se mantiene estable. Asimismo, las expectativas climáticas, con lluvias irregulares, también influyen en esta expansión.
Manejo del cultivo: aspectos nutricionales

Los productores que incursionan por primera vez en el cultivo de maní suelen enfrentarse a la idea de que este cultivo no requiere fertilización. Esta creencia se basa en que los suelos destinados al maní, por lo general, conservan un nivel adecuado de nutrientes, aprovechando la fertilidad residual de las aplicaciones realizadas en cultivos previos dentro del esquema de rotación. Además, la limitada cantidad de estudios disponibles sobre la respuesta del maní a diferentes nutrientes ha contribuido a la perpetuación de esta noción. 

La realidad es que, al igual que cualquier otro cultivo, el maní alcanza su máximo potencial de rendimiento cuando dispone de todos los nutrientes necesarios, con énfasis particular en el calcio y el boro.

El calcio es un componente estructural esencial para las membranas vegetales, desempeñando un rol crucial en el desarrollo del fruto. Una deficiencia de calcio en la zona de formación del fruto puede causar el aborto de las semillas fecundadas, resultando en frutos vanos o vacíos. Además, la falta de calcio incrementa la susceptibilidad del cultivo a enfermedades asociadas con la integridad de las membranas celulares. Cuando el maní se utiliza como semilla, la deficiencia de calcio afecta negativamente su poder y energía germinativa. Afortunadamente, la mayoría de los suelos destinados al cultivo de maní cuentan con niveles suficientes de calcio para un desarrollo adecuado.

Otro elemento fundamental para el desarrollo óptimo del cultivo es el boro, un oligoelemento que influye significativamente en la calidad y el sabor del grano. Sin embargo, su disponibilidad en el suelo suele ser limitada, especialmente en suelos arenosos y profundos. La deficiencia de boro genera granos con características específicas, como un centro hueco y cotiledones con superficies deprimidas y oscurecidas, lo que los clasifica como granos dañados.

Para corregir esta deficiencia, se recomienda la aplicación foliar de boro, utilizando alguna de las numerosas formulaciones disponibles en el mercado. Las aplicaciones foliares, particularmente en momentos clave de definición de granos y rendimiento, han demostrado ser más eficaces para suplir las necesidades de nutrientes. Este método asegura una alta disponibilidad de nutrientes en los momentos en que la planta los requiere, ofreciendo beneficios como la corrección de deficiencias transitorias durante períodos de alta demanda, el aumento del rendimiento y la superación de limitaciones del suelo relacionadas con la movilidad o solubilidad de los nutrientes.

Además, la aplicación foliar permite combinar el fertilizante con herbicidas o fungicidas, optimizando tiempos y costos operativos. En el caso del boro, se recomienda aplicarlo en la etapa de floración temprana, en conjunto con fungicidas. En situaciones de deficiencias severas, pueden ser necesarias aplicaciones adicionales durante el desarrollo del fruto, garantizando así un suministro adecuado para el cultivo.

Dado que el boro desempeña un papel crucial en la polinización y la fructificación, el momento óptimo para su aplicación es durante la floración temprana, preferiblemente en combinación con fungicidas.

En casos de deficiencias severas de boro, es recomendable realizar aplicaciones foliares adicionales durante la etapa de desarrollo del fruto para asegurar un suministro adecuado. 

Innovación en fertilización: nanotecnología
Los fertilizantes formulados con nanotecnología presentan ventajas significativas en comparación con las formulaciones tradicionales. El tamaño reducido de las nanopartículas facilita su penetración a través de las aperturas estomáticas, lo que incrementa la actividad metabólica celular y optimiza el crecimiento y rendimiento del cultivo de manera más eficiente que los fertilizantes convencionales.

Además, estos fertilizantes destacan por su mayor eficiencia y rapidez en la incorporación de nutrientes al cultivo, lo que contribuye a aumentar los rendimientos de forma sustentable y a reducir el impacto ambiental. Las nanopartículas mejoran la salud de las plantas, minimizan las pérdidas de fertilizantes al evitar fenómenos como la volatilización y la lixiviación, y aseguran un suministro óptimo de nutrientes para maximizar el rendimiento del cultivo.
 

ALS NANO BORO® es una dispersión acuosa de partículas nanométricas de B2O3, con una concentración de boro del 0,1%. Como fertilizante líquido, puede aplicarse por pulverización en el maní a partir del estadio V5 hasta R5, sin causar estrés en la planta ni generar daños por fitotoxicidad. Su alta pureza le permite ser utilizado en bajas dosis en comparación con otras alternativas, lo que optimiza la logística de aplicación. Lo innovador de esta tecnología radica en que el aporte de nanominerales no solo mejora el rendimiento del cultivo, sino que también tiene un impacto positivo en su sanidad, favoreciendo un desarrollo saludable y eficiente.

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